lunes, abril 24, 2006

De la pena, la alegría y otras hierbas

Alguien me dijo una vez que las comisuras de nuestros ojos y nuestros labios determinan en cierta medida el tipo de personas que somos. Pero más que determinar, demuestran lo que ya traemos con nosotros desde el seno materno. Visto de este modo, las personas que tienen las comisuras de sus ojos caídas, por lo general suelen ser almas un poco depresivas y solitarias, y por el contrario, las personas con las comisuras de sus labios y ojos rasgados, por lo general son seres alegres y extrovertidos. No sé qué tan cierto pueda ser esto, pero debo reconocer que cuando me lo comentaron me hizo sentido... mi mejor amiga es bastante depresiva y a veces pienso que siempre se encuentra en un estado como de obnubilación... y adivinen qué... tiene los ojos como los de los osos de peluche, así como redonditos, brillantes y caídos. Yo también tengo los rasgos así, y a veces también creo que la pena en algunas personas es casi una condición natural, pero pienso como Benedetti que prefiero ser "una triste con vocación de alegre", porque si esto es un sino, pesa bastante y no es justo, y es mucho más meritorio haber nacido para sufrir y salir airoso de la vida que haber nacido para ser feliz y llevar una vida de mierda... y eso no lo determina ni tus rasgos, ni tu sexo, ni tu color de piel, sino tan sólo la fuerza de tu espíritu.

sábado, abril 15, 2006

Dios online

La mente humana es tan especial y creativa que últimamente uno puede esperar cualquier cosa. Hace unos días sonó el teléfono en la casa y contestó mi mamá. Su rostro denotaba cierta incomodidad y apuro por deshacerse rápidamente de la persona que estaba al otro lado de la línea... yo pensé "algún vendedor de tumbas, una encuesta latera e interminable o bien alguna promoción mula de maravillosos tours por Groenlandia"... de pronto ella dijo "ahora no puedo"..., silencio y ... "hasta luego" y simplemente cortó. Cuando me comentó de qué se trataba, por un momento no reaccioné pero a los segundos no pude evitar reírme a carcajadas. Era una especie de nueva y agresiva propuesta de evangelización vía telefónica... algo así como un 600 600 GOD, número de atención y servicio las 24 horas del día. Aún cuando sólo le preguntaron si podían compartir unas palabras de la biblia con ella unos momentos, no puedo negar que por mi cabeza pasaron un montón de ingeniosas y simpáticas posibilidades... "Si desea comunicarse con dios, presione 1; si desea conocer la vida de algún santo, presione 2; si desea confesarse, presione 3; si desea comunicarse con satanás, digite nuestro número al revés, luego ingrese su rut y si termina con una K reemplácela por el 666; si ya perdió la fe, marque 0 o simplemente cuelgue"... jajajaja. Lo más divertido de todo esto es que posiblemente muy pronto aparezca algún sitio web donde puedas chatear con dios...tal vez ya existe, no lo sé, lo único cierto es que este tipo de manifestaciones son claras señales de desesperada búsqueda espiritual en una sociedad que cada día es más individualista y ajena. Yo no creo en dios..., no por lo menos del modo tradicional, pero no me molesta que los demás sí lo hagan, lo que sí me produce cierto resquemor es esa constante obsesión de algunas religiones por querer ganar más y más adeptos... como si fuera una competencia por el Guinness... al punto incluso de llamarte por teléfono a tu propia casa. Así como estamos, cualquier día de éstos recibo una llamada del mísmisimo dios en mi celular... y si dios es realmente osado, sin duda que sería por cobro revertido.

martes, abril 04, 2006

Esos locos "viejitos"

Los abuelos son graciosos, pero en retrospectiva. El otro día vi a uno en la micro que sin duda merecía el apelativo de "viejo sabio". Iba de pie, igual que muchos de nosotros, aplastados y torcidos, tratando de mantener el equilibrio para no caer de esa máquina infernal a las 8:20 de la mañana. El viejo estaba en la parte delantera del bus, al lado del chofer, hundido contra el fierro ése que protege la caja de las monedas y con un pie al borde del precipicio... el precipicio que para él puede significar un peldaño... Yo estaba en mejores condiciones, cerca del primer asiento, agarrada firmemente de ese pseudo calefont llamado "cobrador automático"... como verán, mi situación era mucho más confortable. El caso es que llegado el momento en que la señora que estaba instalada en el primer asiento se paró para descender, el abuelo... en una contorsión que ya se quisiera el mejor de los atletas, giró cual "lulo" por entre el montón de gente y en una fracción de segundos se encontraba plácidamente instalado y arreglándose la chaqueta en el asiento que por derecho "espacial y circunstancial" me correspondía. Todos, yo más, quedamos perplejos. Creo que la mayoría pensaba en la cantidad de veces en que hemos cedido nuestro puesto en favor de algún frágil e inocente "viejito": en la cola del banco, en el supermercado, en el metro o bien en la misma micro. Creo que la mayor parte del tiempo subestimamos a estos seres que si bien en algunos momentos nos colman la paciencia, tienen la virtud de parecernos divertidos cuando se los recuerda. Creo que efectivamente los años te van dando esa sabiduría, la sabiduría para entender que la vida es rápida y vertiginosa, que es bueno luchar por las cosas que queremos, siempre y cuando eso no signifique dejar dañado a alguien más en el camino, la sabiduría para entender que haciendo las cosas que nos gustan somos un poco más felices, como este blog para mí, la sabiduría para entender que si no lo tomas ahora, puede que no sea nunca... aunque sólo sea el asiento de una micro.